La historia de los “niños de la guerra”, los tres mil niños de origen republicano que fueron enviados a la Unión Soviética durante la guerra civil española es una historia retratada y conocida por muchos. Mayormente vascos y asturianos, llegaron en tres barcos y fueron criados por maestros rusos y españoles en catorce “casas de niños” distribuidas en el territorio soviético, armaron su vida, algunos pelearon en la “gran guerra”, otros estudiaron carreras técnicas y algunos cientos se volvieron a España en 1956 con la muerte de Stalin. Contingente que fue estudiado en profundidad por la CIA, porque representaba al mayor grupo que volvía de la URSS, atrás de la cortina de hierro, con información vital de infraestructura y funcionamiento. Pero hubo otros niños que forjaron su vida en la Unión Soviética.
Blas nació en 1953 en Paraguay, en una zona “caliente” dedicada a la caña de azúcar, Tebicuarymi, donde los algunos campesinos, como su padre, luchaban con las armas contra el dictador Stroessner. Un Paraguay de excluidos y de una asimetría social dolorosa, que poco tenia que ver con el gran Paraguay, una potencia sudamericana, que la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) aniquilo. El Paraguay de los trenes, represas, telégrafos, astilleros y fabricas; el Paraguay sin deuda externa y con una pujante autonomía, fue puesto de rodillas. Con la guerra los Villalba pasaron a ser dueños de tierras a pobres sin nada. En la década de 1960, los enfrentamientos contra las fuerzas estatales obligaron a la familia de Blas a un primer exilio en Argentina, cuando el tenia 6 años. Uno de esos exilios en donde se pierde el alma y todos los bienes materiales. Una época de cruces de frontera fugaces, donde la familia era expulsada de Paraguay en cada intento de volver. A los nueve años Blas y su familia llegan a El dorado, Misiones, pero la vida de pobres, nómade y en permanente búsqueda de trabajo continua. Blas cambiaba de escuela en forma regular por esos años tres a cuatro veces. En Misiones aparece en la historia un tio paterno, docente, con relaciones con el Partido Comunista y le propone al padre de Blas (Enrique Villalba) una beca de estudio para la Unión Soviética. A los 13 años Blas viajo por primera vez a Buenos Aires para toda una serie de papeles, autorizaciones, visas y en el mes de octubre de 1967 viajo a la Unión Soviética. La noticia de la muerte del Che Guevara lo sorprendió en el avión. Su primer viaje en avión. El periplo consistía en volar primero a Montevideo y luego a Europa. En Paris, durante una semana, tuvo que realizar una segunda tanda de papeles, hacer contactos, reunirse con otros becados provenientes de Brasil y comprar los nuevos pasajes que lo llevarían a través de Aeroflot a Moscú. La llegada al aeropuerto de Sheremétievo fue de noche, no había nadie esperándolo y los define como una “odisea” porque no entendía una palabra de ruso. Finalmente se acoplo casi por gestos a un grupo de becados y llego a un hotel del aeropuerto. Blas con sus apenas trece años estaba en Moscú, y era el mas chico de todos los estudiantes, que incluía alumnos provenientes de Angola, Colombia y Brasil. Dos días después Blas estaba estudiando sus primeras lecciones de ruso en una Escuela Técnica Vocacional, cuya directora a la vez trabajaba en el Comité Central del Kremlin, por lo cual tenia acceso a una serie de beneficios que compartía con sus alumnos becados. Eran tratados de una manera cuidadosa y hasta privilegiada. En octubre empezó a nevar y la beca incluís ropa, asi es que los llevaron a las tiendas Gum, un poli rubro soviético que linda con la Plaza Roja, en donde se vendían productos de primera necesidad a toda la comunidad. Una suerte de almacén gigante al que acudían ciudadanos de todas las republicas. Hoy las tiendas Gum son un centro comercial que aloja las grandes marcas y en donde el turismo internacional y los “nuevos ricos” de Rusia gastan su dinero en artículos de lujo. Con los 300 rublos asignados compro las prendas de ropa invernal necesarias para afrontar el invierno ruso. Los “chicos mimados” de la Directora, también tenían pasajes para todos los medios de transporte públicos y ella se ocupaba personalmente del grupo. Se realizaban salidas a los teatros, cines y se invitaban artistas soviéticos conocidos a la escuela para brindar charlas. En noviembre de ese mismo año se celebro el 50 aniversario de la Revolución y hasta fueron llevados al Kremlin, con representantes de todo el mundo y “leyendas vivas “ de la revolución.
Durante el primer año el estudio del ruso ocupo la totalidad del día, ocho horas de clase mas una extensa tarea para el día siguiente, “era aprender o aprender”. Literalmente vivían en la escuela, que tenia además una residencia en donde se alojaban. Los años de la infancia de Blas parecen haber sido tan difíciles que el desarraigo y la soledad que experimento a los 13 años no fue su momento mas difícil. Blas se convirtió en un experto de Moscú y hoy se referencia como moscovita. Su historia personal y académica continua ingresando a una Escuela de Mecánica a los catorce años, en Rostov del Don, titulo terciario que culmino luego de cuatro años. Luego fue invitado debido a sus calificaciones a estudiar en el Instituto Superior de Transporte y Carretera en la ciudad de Kharkov, donde obtuvo en 1978 y a sus 26 años, el titulo de “ingeniero mecánico”. En sus tiempos libres viajo por la mayoría de las republicas, conoció los mares Caspio, Negro, Azov y participo de las brigadas estudiantes, que trabajan la tierra y exploraban terrenos vírgenes en la republica de Kazajistan. Pese a los pedidos de profesores y amigos que continuara su vida allí, Blas se dispuso a volver a la Argentina, pero en plena dictadura militar la vuelta era aun mas peligrosa que la salida. El plan de vuelta consistió en volver desde Moscú a Roma, luego Madrid y por fin volver a Buenos Aires. Como en una película de espías, se debió desprender de todos los artículos soviéticos que tenia, desde su vestimenta y objetos de todo tipo. No podía pasar la frontera con elementos que indicaran que volvía de la Unión Soviética. Fue a tiendas especificas en Moscú para comprar “ropa normal”, es decir, occidental. En el mes de mayo de 1980 arriba a Ezeiza, después de 13 años de vida en la URSS. La primer imagen que el impacto fueron los soldados con fusiles en el aeropuerto, en la autopista, en las calles. Tomo un remis un hotel del centro porteño “para despistar”, donde se alojo tres días y oficio de turista en Buenos Aires y hasta vio jugar a Maradona en la cancha de Argentinos Juniors. Pocos días después fue en busca de la casa de sus padres en Morón y luego de algunas horas de búsqueda, había olvidado la dirección exacta, fue recibido por la hermana en la puerta. Le pregunta ¿Quién sos?, luego llega la madre. Finalmente aparece su padre, por ese entonces albañil, quien pregunta también ¿Quién es ese tipo?. La familia, incluido Blas, tardo varias horas en asimilar la situación.